Dispuesta a quedarse dejó sobre la vereda el colchón mugroso que acarreaba. Las piernas, deformes, parecían dolerle, se acostó con dificultad. Ni siquiera tenía unos diarios para cubrirse, daba la impresión de ser muy vieja. Anochecía. Las calles estaban desiertas, quizá a causa del frío.
Desde mi departamento vi que un grupo de chicos se acercaba caminando por San Jerónimo, al doblar en Independencia casi tropiezan con ella. Entre risotadas prendieron fuego al colchón. El foco de la esquina, las llamas y la escasa claridad que el cielo aún conservaba brindaron luz suficiente.
Al principio estaba entusiasmado, miraba la filmación a cada rato y se la pasé a varios amigos, hasta que me aburrió.
Acabé por eliminarla.
2 comentarios:
Ignoto, me has publicado en el primer minuto del día del escritor. Lo tomo como el mejor de los augurios.
Qué precioso blog tenés!
Me gusta el buen humor con el que resaltás situaciones que van de serias a peligrosas.
Puesto que he tratado toda mi vida no engrosar la lista de los siniestros energúmenos, deberías contarme entre los animales sueltos.
Un abrazo
Patricia:
Gracias a vos por permitirme compartir tu obra con los amigos que visitan TE.
Beso.-
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