lunes, 17 de enero de 2011

La hora de los colores

Autor: Nicolás

Más espumoso negra, dice. No hace ni media hora y te tomaste medio botellón de ginebra, qué te va importar la espuma a vos, dice la negra.

Clarea, y hace un frío húmedo que moja. El braserito arde y arde y el río, allá abajo, hace su lento trabajo. Es la hora de los colores, en el cielo. Va y viene con cada olita la canoa, atada a un palo en la costa y golpeando una y otra vez las gomas de autos incrustadas en la arena arcillosa. Va y viene contra ese muelle de pobre, la canoa. Los remos adentro, como los brazos cruzados de un muerto.

Bueno, dice él. Dame un besito entonces, se ríe. Callate mejor, y apurá ese mate, dice la negra. Se moja.


Están en el límite entre el borde del río y su patio, o sea, su rancho, o sea, su casa, pero también, o sea, su lugar de trabajo, o sea, también el río es su alimento y su veneno. Adelante del rancho hay una mesa larga de madera gruesa, allí se limpian los pescados. Es decir, se los vacía. Es decir, las entrañas y lo incomible. Y se los cuelga de la cabeza, de un gancho, del tirante de la galería que es su casa, su negocio, su libertad y su celda.

Cuando la negra se pierde mirando el lado del cielo por donde asoman los colores, el brasero crepita y la pava con el agua para el mate comienza a vibrar. Ella voltea la cabeza y lo ve a él mirándola y tocándose la pierna, arriba, marcada, como una sombra bien legible, sin reparos y con la cara simpaticona por la ginebra, incitándola. Sentate acá, le dice.

Hace un frío húmedo y mojado y se ve que el sol sale y sale temprano y todos los días, sin faltar ninguno, aunque a veces no parezca, y se ve que la negra se arremanga el vestido y se ve también, de paso, que no lleva bombacha y que por eso mientras él saca la punta de la verga por el cierre falseado del jeans, dura, la boca pastosa por el alcohol, el frío, la negra montándolo, los guríses que en cualquier momento se despiertan, el olor a pescado en las manos, el galope y los ruiditos, la agitación, en fin, la canoa golpeando, una y otra vez, sin cesar, las gomas de autos incrustadas en la costa que son, bien digo, el muelle pobre.

4 comentarios:

Ignoto Transversal dijo...

Este escrito está publicado sin la previa autorización de su autor. El punto es que la premura y mi falta de tino [característica que me denota] fueron las causales del facto.

Si fuera el justificado caso que Nicolás considerare que debo remover el post agradeceré ser enterado [aunque yo no haya hecho lo propio]. Mis malas costumbres no tienen que ser adoptadas por los demás.

Yaquestamos les comento algo que adelanté a un escritor hacen pocos días en comunicación privada por otro tema, haciendo gala de mi extenso y correcto vocabulario: "[...]de a poco estoy acomodando mi sucucho (ignototransversal.blogspot.com) pal guin que me se canta...[...]". El punto es que , de a poco, viajo en esa dirección
Los días 1ro de cada mes: Pintura
El lunes inmediato posterior: Poesía
Esto viene ocurriendo ininterrumpidamente hace bastante tiempo
El segundo lunes (hoyporejemplo): Prosa

Espero poder cumplir con este presupuesto, acá dependo (por fortuna) de proveedores externos y su creatividad

Chas gracia por la atención.

Se vemo.-

Nicolás dijo...

Digamos, por decir algo, que usted goza de mi confianza y aprecio y que esto me pone remil contento, en un día, digamos, triste. Así que llega en el momento justo, en el lugar indicado. Estamos, veo, en la antesala de algo en expansión, a tono con el universo. Le mando un abrazo y un beso. Gracias por lo que hace.

Nicolás Algosino.-

AlmereydA dijo...

Momnentito muchachos. Yo conozco ese texto. No es de ningún Nicolas ni que se yo, ese texto es DEL NIÑO NARANJO!!!!! Como olvidarlo.

Ya se, probablmente este metiendo el dedo en el citrico con decir esto. Pero en honor al maravilloso compañero de otros tiempos, hoy casi un mito, no puedo callarme!

Saludos entonces, al niño naranjo, al ignoto transversal, y a Nicolas. A veces he llegado a sospechar de que son todos las misma persona...

Dufre dijo...

Ignoto estimado, qué lindo. A tono con Almereyda, no puedo dejar de alegrarme por este rescate del Niño Naranjo, que nos supo aglomerar en su espacio con joyas como las que cita en este espacio, el suyo.

Bella fue aquella época.

Abrazo, y salú, chin chin, a ud. Ignoto. Con una stella artois bien fría ya servida y degustada, lo saluda atte.

Dufre, el dr.